Allí, el jefe de Estado Vaticano estampó de puño y letra unas líneas sobre la conducta del hombre durante la Segunda Guerra Mundial.
“Con la vergüenza de lo que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, fue capaz de hacer. Con la vergüenza de que el hombre se haya hecho dueño del mal. Con la vergüenza de que el hombre, creyéndose Dios, haya sacrificado, así, a sus hermanos. ‘¡Nunca más! ¡Nunca más!’”, escribió en el libro de visitas.
Previamente, Francisco había visitado el Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado del Judaísmo, situado en el corazón del casco viejo de Jerusalén, al que se acercó para dejar una oración.
Y todavía antes, el Pontífice visitó la explanada de las mezquitas, tercer lugar más sagrado del islam. Allí, en un discurso, llamó a la paz y la justicia, y pidió a judíos, cristianos y musulmanes que abran sus corazones y su mente para entender al otro. Rogó que nadie utilice el nombre de Dios para justificar la violencia, según la agencia de noticias EFE.
“Mi peregrinación no sería completa si no incluyese también el encuentro con las personas y comunidades que viven en esta tierra, y por eso me alegro de poder estar con ustedes, amigos musulmanes”, indicó Francisco.
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